domingo, 14 de junio de 2009

LA ESCUELA SECUNDARIA Y LA MODERNIDAD


La escuela secundaria y la modernidad
Formación hacia la mayoría de edad de la autonomía
La escuela secundaria, es un nivel de la educación, colombiana que recibe estudiantes entre 10 y 16 años de edad, con la aspiración de formarlos integralmente para vincularlos luego a la sociedad

Reproduce: Héctorfabiovillalba@gmail.com
La educación secundaria, cuenta con un pensum que podría aceptarse como global y, con una intencionalidad de acercar a los escolares con la ciencia, la cultura, las humanidades, la estética y la expresión física con los propósitos de formarlos académicamente, laboral y cívicamente, lo que les permitirá insertarse en niveles superiores de la educación, a emplearse en una actividad que solucione sus problemas de vida y, a su vez, a integrarse como ciudadano a la sociedad.
Lo anterior puede ser un imaginario, que en la práctica no se está cumpliendo en la educación secundaria. Este tipo de escuela en la generalidad, no ha optado por la asunción de los códigos de la modernidad que le garantice a los estudiantes, el acceso a la universalidad del pensar, a la libertad de opinión, a los descubrimientos científicos, a contar con diversos enfoques religiosos y políticos, a visualizar los avances sociales y morales y, a tener, un sentido estético expresivo.
Una escuela secundaria en la modernidad, se podría enfatizar, que se encuentra bastante alejada de una época, si quiera de ilustración y mucho menos, de tener el carácter de ilustrada.
Las razones y sin razones de este auto reconocimiento, está por dilucidarse a la luz del diálogo, la confrontación entre quienes han dirigido la educación desde las esferas estatales, hasta las organizaciones gremiales y académicas del magisterio, los mismos docentes y demás asociaciones y grupos de investigadores educativos que tendrán que generar un movimiento nacional por la educación en aras de establecer reales indicadores de calidad de la educación, en dirección al tercer milenio. Con referencia a la formación hacía la mayoría de edad, la escuela secundaria por lo general, ha venido actuando como tutora de los estudiantes, y los ha “formado” en la dependencia, sin permitirles pensar por sí mismos.
El ciclo secundario lo inician unos jóvenes preadolescentes que se encuentran en transito de la heteronomía hacía los niveles de autonomía.
Piaget y Kolberg, más adelante, establecieron que los niños mantienen un sistema de obediencia a la autoridad hasta los diez años. No obstante, la experiencia docente indica que, aun en edades superiores, se continúa siendo dependiente de otros: maestros, adultos, autoridades y sociedad. (Sería interesante establecer si Kant, definió algunos topes cronológicos para alcanzar la mayoría de edad). Es preferible y “cómodo ser menor de edad, si se tiene un libro que piensa por mí... no necesitaré esforzarme, otro asumirá por mi tan fastidiosa tarea de pensar”.(1). Esta circunstancia casi que se genetiza en el hombre debido a la cultura de la imposición, implementada por la escuela, la familia y la sociedad.
Por otro lado, tanto la escuela primaria como la secundaria han comportado sus métodos de trabajo, basados en códigos disciplinarios y normas escolares, que han tenido como propósitos encasillar y amarrar los comportamientos del estudiante, impidiendo que los escolares actúen por sí solos. Ya lo señalaba Kant: “los reglamentos y formulas como instrumentos mecánicos de un uso racional, o más bien del uso de sus dotes naturales, son los grillos que atan a una persistente minoría de edad”.(2).
Los años transcurridos, desde la divulgación de esta tesis, pareciera que nada hubiese ocurrido, toda vez que, la escuela secundaria poco ha modificado la costumbre de educar, basados en los esquemas rígidos que rayan en los niveles de la sanción y del castigo. La formación en la convivencia, la armonía, la democracia y la tolerancia, hasta hace muy poco han tocado las puertas de la escuela.
La escuela secundaria, sin embargo, debe tener como uno de sus principales propósitos, garantizarle a los estudiantes unas practicas que le permitan auto- formarse y auto-apropiarse de unos saberes, unos conocimientos y unos ejercicios de democracia y convivencia que le indiquen el camino hacia la estructuración de su mayoría de edad; Es decir, que se vaya convirtiendo en un hombre o una mujer autónomos en la medida en que, asume un nivel de legalidad para sí mismo, tanto individual como colectiva.
La autonomía individual, es algo inherente al ser humano, la cual debe descubrir y construir con el esfuerzo de su razón y voluntad; sin olvidarse que vive en un entorno de carácter social. La autonomía colectiva, se adquiere en relación con otros, de manera consensual para beneficio mutuo ya sea del espacio inmediato, del grupo, de la institución o la sociedad en general.

La mayoría de edad, es contraria a todo autoritarismo de otros. A pesar de ello, el hombre y la mujer se van haciendo autónomos, no solo por rebelarse a toda clase de autoridad, sino que progresivamente asumen comportamientos de carácter libertario. Se trata de adoptar una concepción diferente, que lo invite a salir del dualismo autoritario, para concebir, un sistema de relaciones horizontales con sus compañeros, con sus maestros, padres de familia y con la misma escuela.


Como se ha expresado, la lucha por la conquista de la autonomía es algo que debe mantenerse en la escuela, pues allí esta la esencia de trabajo de auto- educación que el sistema docente debe brindar.Aparece entonces, una acción de contrarios entre la heteronomía que impulsa la sociedad, y la escuela que por lo general les niega a los estudiantes su propia determinación. ¿Por qué, los adultos, la sociedad y la escuela son temerosos de permitir la actuación libre de los adolescentes?.
Detrás del fantasma del libertinaje, no se facilita el uso de la libertad. El otro polo de la heteronomía en la acción de contrarios es la autonomía como una vocación propia de los hombres. Así que quienes dirijan una institución educativa, los directivos docentes y maestros deben tener una clara concepción de autonomía pues, nadie puede generar actos autónomos, si nunca se ha comportado como demócrata. La tarea de la escuela secundaria, debe comenzar por gestionar todo un proyecto que forme a sus docentes en conceptualizaciones y practicas que estimulen una real praxis en autonomía.

Vista así la situación, la escuela y sus docentes deben organizar todo un trabajo teórico-practico de manera permanente y cotidiano que le permita a los estudiantes (no educandos) acceder a formas y sistemas de obrar en correspondencia con máximas que se conviertan en leyes universales. Se trata de trascender el discurso que supere la atención individual de los problemas, donde la “solución” recae sobre la persona, pero no sobre el grupo, el curso, o la escuela secundaria. Al expresarse en ese sentido, el comportamiento o el juicio moral, solo se manifiesta en el individuo, quien lo asume para sí; es decir, la máxima no adopta una socialización como ley universal.
En consecuencia, lo que se trata de explicitar es que, se debe “obrar de tal modo, que uses la humanidad, tanto en tu persona, como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin, nunca como un medio”. El principio de la humanidad, lleva consigo, el postulado de auto - legislación, es decir, de la autonomía de darse a sí mismo la forma de conducta. En términos llanos, en la vida de la escuela secundaria, no es otra cosa que, asumir desde la apropiación del estudiante, hasta la búsqueda del consenso, unas máximas, (códigos, normas, manuales), que puedan ser acogidas por todos; de lo contrario, se cae en la heteronomía, en la dependencia, la obediencia de las leyes que han sido elaboradas por otros. (Reglamentos estudiantiles)

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