miércoles, 3 de junio de 2009

DEL 230 AL 1290


Del 230 al 1290, en la ruta del hombre sin atributos
El pasado 16 de abril 2009 el Ministerio de Educación Nacional expidió el Decreto 1290 que entrará reemplazar a partir del próximo año al decreto 230, como el instrumento por el cual se reglamenta la evaluación del aprendizaje y promoción de los estudiantes de los niveles de educación básica y media en el país, en tres ámbitos que son el internacional, el nacional y el institucional
Por: Javier Vargas Acosta*
reproduce Héctor Fabio Villalba
Por tratarse de un tema230 de gran importancia para el futuro de la educación en el país, en esta oportunidad presento la entrevista que realicé con el maestro e investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Guillermo Bustamante, y que fue emitida en la sección Aula Urbana Dial del Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico-IDEP, en el marco del programa ESCUELA PAÍS.
Javier Vargas:¿Cómo se inscribe, a qué imposición de orden internacional responde el Decreto 230?
Guillermo Bustamante: Es muy importante eso que usted pregunta, es decir contextualizar el asunto, de dónde vienen las nuevas medidas. Por ejemplo el tema de los indicadores de retención, de repitencia vienen siendo desde un tiempo para acá una exigencia dura del Banco Mundial, que condiciona los préstamos que tienen que ver con la educación a cierta toma de decisiones. Entonces por ejemplo el tema de la promoción automática tiene que ver con que había un “gasto excesivo”, dado que se estaba dando una repitencia también excesiva, y en consecuencia a un niño hay que invertirle dos veces cuando repite, y de alguna manera ese niño está en el lugar de otro que hubiera podido ocupar su puesto de pronto con más éxito. De manera que sin cuestionar el asunto de las prácticas educativas, sin interrogar el asunto de por qué repiten los estudiantes y en qué condiciones sociales y culturales se desenvuelven, se pasa a una medida de promoción universal que es la de la promoción automática. Por supuesto ahí hay un grave error pero esto se enmarca en la perspectiva de mirar la educación desde el balcón del Ministerio de Educación, que legisla para todo el país sin hacer discriminaciones sobre las diferencias que hay en ese país.


J.V: Profesor Guillermo Bustamante, ¿qué diferencias ve usted ente el 230 y el 1290?
G.B: A mí me parece que entre el 230 y el nuevo Decreto 1290 no hay mucha diferencia, pero yo quiero llamar la atención de los maestros en el sentido de que supuestamente el Estado con este decreto nos está dando a los maestros mayor autonomía, cosa en la que yo no creo por supuesto, por que el solo hecho que se otorgue la autonomía es una paradoja porque el solo hecho de darla ya constituye una relación heterónoma. Lo absurdo es que el Estado con el 1290 nos dice, si querían más autonomía allí la tienen; y el Ministerio de Educación no se quiere meter en nada, no quiere asumir mayores compromisos y luego del grave error del 230 nos dice: si querían más autonomía allí la tienen y pone a los maestros a correr porque todos quieren quedar bien en las famosas pruebas. Yo no creo que esto sea un tema de la autonomía, el docente siempre ha sido autónomo, cuando entra a un salón de clases hace y dice las cosas como a bien tenga, como su relación con el saber y con el campo pedagógico le permiten trabajar con sus estudiantes.

J.V: Profesor Bustamante, en ese mismo sentido ¿cómo ve usted el tema de las evaluaciones externas?
G.B: Bueno para mí de alguna manera las evaluaciones externas compiten con las decisiones del docente en el aula en el sentido de que antes la promoción, el destino de un estudiante a lo largo de sus estudios tenía que ver con decisiones del docente que lo evaluaba a su manera. Hoy en día y más o menos a partir de los años 90, con las evaluaciones externas cada vez va siendo menos importante la evaluación de aula, menos decisiva porque ahora las evaluaciones masivas que se valoran con métodos estadísticos se convirtieron en el lugar desde donde se deciden los grandes asuntos de la educación. De manera que si un maestro cree que sus estudiantes son buenos pero viene el Ministerio de Educación y aplica la prueba Saber, y resulta que les va mal, pues entonces lo que se considera es que están mal. Igualmente si a los estudiantes les va mal, pero en estas pruebas tienen un buen desempeño, entonces se tendrá en cuenta más el resultado de dichas pruebas independientemente del criterio del maestro.

J.V: Cómo ve usted la posición del Estado que de una parte exige al maestro que forme ciudadanos íntegros, moral e intelectualmente, pero de otra parte con medidas como estas deslegitima su autoridad dentro del aula?
G.B: Yo insisto en que el Ministerio de Educación con el 230 hizo que los maestros entraran en pánico, porque el asunto de tener que controlar a un grupo, el asunto de tener que vérselas con un grupo humano díscolo, en función de un saber que no les corresponde por naturaleza, que no les es obligatorio, es una nueva dificultad que se le pone a la profesión docente, cuando el Decreto 230 nos obliga a pasar al 95 por ciento de los estudiantes, lo que indica a las claras es yo como maestro que sólo tengo potestad sobre ese 95 por ciento. Eso resulta paradójico ya que de alguna manera lo que tiene un maestro es sus manos es un pedacito de país, y yo entiendo que uno quisiera que todos los colombianos fueran excelentes profesionales, unos excelentes trabajadores, pero la norma en el fondo lo que legitima es el tema de las evaluaciones masivas externas. Allí veo que los maestros no hemos cuestionado esas evaluaciones externas, casi que reclamando ese poder que nos quita la norma, o lo que es lo mismo la disminución de nuestras armas para mantener a los estudiantes atentos.


J.V: Los tecnócratas del Ministerio de Educación ahora le echan la culpa de todo lo malo que pasa en la educación a los maestros, ¿qué opina usted de esto? G.B: Lo que está pasando no es culpa de los maestros, y tampoco es un asunto de mala voluntad de ellos, ni más faltaba, pero lo que pasa es que estamos en una época en donde nos quejamos que los estudiantes no quieren prestar atención, que poco les importan los contenidos de las asignaturas, que no respetan la autoridad como antes, pero el maestro, producto de la imposición de las evaluaciones estadísticas se ve abocado casi que a formar un ser que no tiene atributos más allá de lo que le pueden dar dichas evaluaciones. Por eso yo llamo la atención a los maestros en el sentido de que no nos quedemos en analizar por qué nuestros estudiantes son así, sino que analicemos cuál es nuestra posición, cómo nos asumimos frente a nuestra condición de sujetos poseedores de un saber, como intelectuales que debemos dar respuestas a las dificultades de esta época y no cuestionar tanto si las normas nos quitaron o no poder frente a nuestros estudiantes.

J.V: Por último profesor Bustamante ¿qué mensaje le envía a los maestros en esta época de cambios?
G.B: Bueno, primero recordarles que nuestra profesión no es nada fácil que siempre ha habido distractores que tratan de desvirtuar nuestra labor. Pero quien ha dicho que el trabajo del maestro ha sido lo fácil, el trabajo del maestro es enfrentar grupos heterogéneos, enfrentar el hecho de que ese saber que él posee no está hecho para qué los demás lo pongan en su cabeza, y darnos claramente cuenta de que eso grupos humanos con los que trabajamos quisieren que les diéramos cosas más fáciles, como poner un Ipod para escuchar su música preferida o ver los videos de moda. El maestro tiene es que asumir una relación sólida con su profesión, una relación sólida con su campo de saber, y solamente así yo como maestro podré crear un contexto en el que mis estudiantes se ve necesitado de transformar su manera de relacionarse conmigo, que cambie su manera de relacionarse con el conocimiento. El deseo de aprender no aparecerá en un contexto en el que yo le diga al otro lo que debe aprender; el deseo de aprender aparecerá sólo cuando lo que yo le presento es tan desafiante, tan novedoso que el otro se tiene que mover hacia lo que yo le propongo porque lo deseará. En síntesis no dejar que las imposiciones burocráticas de las evaluaciones y las encuestas nos alejen del verdadero conocimiento y sigamos siendo idiotas útiles, formando niños y jóvenes sin ninguna clase de atributos.

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