sábado, 18 de julio de 2009

LOS NiÑOS(A) CONTRUYEN CONOCIMIENTO

Niños y niñas que construyen conocimientos
Reproduce Héctor Fabio Villalba
Los proyectos de aula en el preescolar

Graciela Fandiño C.
Profesora de la Universidad Pedagógica Nacional

Hace ya algunas décadas que los proyectos de aula están rondando la educación preescolar, bien sea porque es tema obligado en la formación de los maestros, porque se les menciona en libros que abordan este ciclo o porque cobran vida en los escenarios donde niños y niñas pasan una buena parte de su tiempo.

¡Bienvenido el auge de los proyectos de aula!, una metodología que le sigue la pista a las preguntas e inquietudes de los niños, capaz de aprovechar su curiosidad y sus deseos de comprender el mundo y de potenciar su desarrollo integral pues permite que, como en la vida, ese complejo e imbricado conjunto de dimensiones –comunicativa, cognitiva, social, corporal, ética entren en función de unas búsquedas comunes y de diálogos con diversos campos del saber que le dan sentido al conocimiento. Si bien los proyectos de aula se pueden utilizar como estrategia de trabajo con personas de diferentes grupos de edad, en particular trabajar por proyectos con infantes del nivel preescolar resulta una herramienta pedagógica potente que podría marcar su acercamiento al mundo del aprendizaje y del conocimiento.

Los proyectos de aula o el trabajo por proyectos no son una novedad en la educación infantil. Sus orígenes pueden encontrarse en el movimiento pedagógico de Escuela Nueva o Escuela Activa que se inició a finales del siglo XIX. La idea fundamental de dicho movimiento era plantear un tipo de educación más cercana a la vida misma de los niños de manera que estos fueran los protagonistas de su propio aprendizaje. Ferrière, uno de sus grandes impulsores, afirmaba que "si la vida no puede venir a las aulas, cosa muy poco posible, es preciso que por el método que pone en juego, la escuela vaya a la vida y transporte allí a sus alumnos, presentándoles lo que de ésta esté a su alcance"[1]La clave de los proyectos de aula

Esta metodología que ha tenido gran acogida con grandes y chicos se sustenta en una serie de elementos pedagógicos que conviene tener presentes a fin de podérsela apropiar y amoldar a los estilos e intereses particulares tanto de la maestra que la lidera, como de los niños. Veámoslos entonces.

Vínculo entre la vida y la escuela

La formulación y puesta en marcha de proyectos en el aula toma en cuenta y se basa en situaciones vividas por los niños. Esto demanda un esfuerzo importante por parte de la escuela, como espacio abierto y atento a sus particularidades, a sus contextos socioculturales y a la posibilidad de enriquecerse de estos para interesarse auténticamente por lo que los estudiantes buscan conocer.

Ahora bien, partir de las inquietudes e intereses de los pequeños no significa ir a la deriva. La maestra debe llevar las riendas del proceso y saber qué se persigue y a dónde quiere llegar con los infantes, de acuerdo con su rango de edad, así como también qué actividades son las adecuadas para lograr los propósitos. Para ello resulta útil hacer un ejercicio de planeación y planteamiento del proyecto específico, así como del conjunto de aspectos que se trabajarán a través de acciones concretas, como se verá más adelante.

Respuesta a problemas, preguntas e hipótesis

Trabajar por proyectos supone centrarse en la posibilidad de la construcción del conocimiento por parte de los niños y las niñas. La búsqueda de posibles respuestas a preguntas o a problemas constituye un elemento fundamental dentro del proyecto pues le da un sentido al trabajo escolar. Se trata de formular hipótesis de trabajo para explorar en el entorno, indagar con personas cercanas, buscar información y contribuir a la construcción de conocimientos significativos, al tiempo que se desarrollan diversas dimensiones del ser humano.

Diálogo entre los saberes previos de los niños y otros saberes

En los proyectos se moviliza la interacción constante y el diálogo acerca de los saberes de los niños, previos a la experiencia, en busca de respuestas y posibles soluciones. Así mismo, están presentes diferentes tipos de información respecto a la pregunta o el tema, que sirven de base para hallar nuevos aspectos sobre los cuales dialogar, comparar, descartar y mantener un intercambio enriquecedor para todos los participantes.

Estrategia de globalización del aprendizaje

Al plantear y llevar a cabo los proyectos necesariamente se involucran diferentes aspectos que intervienen en el desarrollo infantil: motriz, cognitivo, afectivo, artístico, ético. Por tanto, la concepción de un aprendizaje global, en el sentido planteado por Decroly, pretende superar propuestas de trabajo basadas en dimensiones o áreas del currículo abordadas en forma aislada, y no toma el saber como un producto derivado de compartimentos específicos que, unidos, conformarán el bagaje conceptual y teórico-práctico de los niños. El decidido peso a la preparación de los niños para la educación básica dado tradicionalmente a la educación preescolar, centrada sobre todo en “aprestarlos para la lectoescritura y el cálculo numérico”, o el afán por volverlos cada vez más “inteligentes” queda relegado en esta metodología. El juego, las artes, la literatura y la exploración del medio, son escenarios de aprendizaje privilegiados que pueden aprovecharse para desarrollar todas las dimensiones humanas.

Entre todos construimos y aprendemos unos de otros

El proyecto es un asunto de todos y el resultado de la búsqueda es producto de un trabajo colectivo que es más que la suma de los aportes individuales. Respetar las opiniones de todos, reconocer que somos diferentes y que cada quien tiene algo que aportar, valorar las propias fortalezas y apoyarse en las de los demás son, entre otras, características de la construcción social del conocimiento y elementos fundamentales de una formación ciudadana.

Generación de un producto visible

Los proyectos tienen resultados concretos y visibles, que pueden ser presentados utilizando formatos diversos: a través de cuentos y relatos, murales, socializaciones, dramatizaciones, etc. Con ellos se da razón de las diversas actividades realizadas durante el proyecto, y se reflejan los aprendizajes, así como las diferentes búsquedas e intereses de las y los niños.

Lograr que estos principios hagan parte de los proyectos de aula requiere, como bien puede pensarse, de un trabajo delicado y cuidadoso que tome en cuenta los intereses y necesidades de los niños en sus edades específicas. Asimismo implica un quehacer de indagación en torno a estrategias y dinámicas detonadoras de este conjunto de aspectos, al igual que la utilización y la creación, de ser necesario, de materiales y herramientas que permitan reunir y reflejar estos ítems. Como se verá a continuación, la misma metodología que implica trabajar por proyectos contribuye a que se democraticen y se apliquen, de inicio, varios de estos principios. No obstante, será una tarea de buen artesano la que deberá realizar el maestro como adulto a cargo de guiar y acompañar el proceso, del cual necesariamente los niños y las niñas deben ser los protagonistas.

Cuatro pasos concretos para el trabajo por proyectos en el aula

El trabajo por proyectos no puede ser improvisado. Es indispensable que haya una planeación lo suficientemente abierta para integrar elementos que surjan durante la marcha, pero también bastante sólida para mantener presente lo que se quiere enseñar y para que le dé sentido pedagógico a lo que se va realizando. Por ejemplo, para trabajar la noción de temporalidad, se puede apelar a diferentes opciones de proyectos, siempre y cuando haya claridad en el tema en sí. Este es el centro del asunto y alrededor de ello deben establecerse aquellas dimensiones que quieren potenciarse combinando los elementos que deben estar presentes en el desarrollo y el aprendizaje de acuerdo con las edades particulares.

1. Surgimiento y elección del tema

Los temas de los proyectos pueden surgir de muchas maneras: los juegos infantiles, una salida pedagógica, un cuento que entusiasmó a los niños, una pregunta explícita o incluso una propuesta de la misma maestra basada en el conocimiento que tiene de sus estudiantes. Esto desde luego requiere de un ambiente de comunicación en el cual los niños puedan expresar ideas, sentimientos, intuiciones, experiencias. Asimismo, el docente debe interesarse en el tema del proyecto de manera que los pequeños perciban su compromiso y entusiasmo y se impregnen de ellos. Algunos ejemplos de temas que se pueden plantear en un proyecto de aula son: indagar sobre los animales, sus características, costumbres, alimentación, hábitat, o conocer acerca de los planetas, el sistema solar, la luna, las estrellas.

2. Delimitación y planificación

El segundo paso consiste en delimitar y planificar. Es importante hacerlo de manera conjunta con los niños, en un ejercicio a través del cual el docente, si bien tiene la perspectiva de largo alcance, se convierte en un escucha permanente de lo que los estudiantes expresan, lo cual debe reflejarse en una planificación flexible. Para contribuir a la delimitación, se sugiere considerar tres preguntas orientadoras:

• ¿Qué sabemos? Esto implica indagar las ideas que tienen los estudiantes acerca del proyecto elegido. Es un momento de comunicación e intercambio en el cual se evidencia que los niños poseen distintos saberes, y a la vez se encuentra que existen varios puntos en común. Aquí se facilita el contraste de ideas, se aprenden cosas nuevas, se regula el propio pensamiento, se cae en cuenta de contradicciones, y se dan avances en el proceso de aprendizaje.

• ¿Qué queremos saber? Aquí se delimita lo que se quiere saber; de este modo se puede ir configurando un índice tentativo, un plan de trabajo previo que esté a la vista de los niños, aunque ellos todavía “no lean, ni escriban”. Esto permite mantenerse ubicado a lo largo del trabajo, tener claro el “¿hacia dónde vamos?”, “¿en qué estamos?”.

• ¿Cómo vamos a lograrlo? La pregunta de “qué queremos saber” lleva a otra más que tendrá que ser respondida para avanzar en la delimitación del proyecto: cómo conseguirlo, es decir qué actividades y recursos son necesarios.

3. Desarrollo

Para llevar a cabo el proyecto, se requieren a su vez, tres tipos de acciones:

• Búsqueda de fuentes de información. Esta debe ser de diversos tipos; además de la información que la maestra sugiera y ponga a disposición, estará la que los niños, sus familias y la comunidad aporten, así como la que brinden los especialistas en el tema. De esta manera, se trata de ratificar que el conocimiento no solo se encuentra en la escuela y que aprender supone un acto comunicativo que requiere de los saberes de otros.

• Organización de actividades. La variedad permitirá trabajar las diferentes dimensiones del niño. Puede recurrirse, por ejemplo, a la lectura de documentos y su posterior consignación a través de formas diversas de expresión artística, salidas pedagógicas, dramatizaciones, juegos, películas, actividades de observación y experimentación, visita de especialistas, entre otras. Las actividades de desarrollo del proyecto también son de búsqueda, planteadas tanto para resolver preguntas como para profundizar en ellas y formular nuevas.

• La materialización. Se refiere a las formas escogidas para dejar evidencias de lo que los niños indagan y expresan. Por ejemplo, cada uno puede tener una carpeta de registro de su trabajo, en la cual va guardando sus dibujos, sus recortes, etc.; igualmente el proyecto puede tener un mural o una maqueta que se puede enriquecer a medida que avanza; una dramatización o un cuento también son formas de materializar el proyecto.

4. Evaluación y socialización

En este punto se toma en cuenta, además de la evaluación, el cierre de los proyectos, bien sea este un documento final o la materialización en sí. Este cierre refleja los desarrollos mismos del proyecto tanto de forma individual como grupal. La carpeta individual muestra los desarrollos de cada estudiante en el proyecto y se puede convertir en uno de los elementos de evaluación individual.

Para este momento es aconsejable plantear el índice final en el cual se recapitula el trabajo llevado a cabo y se ordenan las actividades realizadas. Dado que se trata de la finalización del proyecto, es necesario comunicar los resultados a los padres y a otros estudiantes; en este punto, el sentido expresivo y estético cobra toda vigencia. Una suerte de libro colectivo del proyecto puede servir como gran cierre y como un ejercicio aprovechable en términos de evaluación; se puede solicitar a cada niño que le explique el libro a otra persona, esto también permite ver cómo se apropió del proyecto.

Maestros y proyectos de aula

Hasta ahora hemos visto que los proyectos de aula son muy ventajosos para los niños, pero lo son también para sus maestras, ya que les implica diversos retos y les permite mantenerse actualizadas en diferentes temas. Además, cada proyecto es una oportunidad para tener experiencias novedosas e interesantes; inclusive si se trabajara el mismo tema dos años consecutivos, la escucha a los niños y su acompañamiento llevaría, en todo caso, a hacer siempre proyectos distintos e innovadores.

Si bien hemos presentado unos pasos para el trabajo por proyectos, estos deben considerase como una guía que es posible modificar, enriquecer, adaptar. Recordemos que la propia práctica y la reflexión sobre esta, así como la búsqueda de alternativas para lograr la mejor potenciación del desarrollo de los niños, permite tomar decisiones para ir construyendo una manera propia de realizar los proyectos y aprovecharlos como herramienta pedagógica. La única ruta viable es hacer ajustes en la medida en que se ponen en práctica las ideas, sean estas propias, tomadas de textos acerca del tema o aquellas que surgen en el intercambio con otros colegas.

Es en este sentido que los proyectos de aula posibilitan el trabajo colectivo, el apoyo al desarrollo infantil y la reflexión pedagógica entre docentes. Plantearse esta forma de trabajo con otras compañeras de nivel o de sección sirve para compartir y reflexionar sobre el quehacer diario, los dilemas, desafíos y contradicciones, todo lo cual permite volver sobre estos y replantearlos si es necesario. La reflexión y el intercambio en torno a los proyectos, su evaluación, dificultades e implicaciones ayudan, además, a cualificar y profundizar día a día en el conocimiento sobre los niños y sobre sus formas de aprender. De este modo se aprovecha lo que este tipo de didácticas abiertas generan, a la vez que también da pie para reconocer y fortalecer el potencial como profesionales y como personas.. Pedagogos como Decroly, Dewey y más tarde Freinet y Lodi plantearon y desarrollaron este ideario.

Para tener siempre presente
Todo proyecto pedagógico institucional contiene fundamentos a través de los cuales se refleja la concepción amplia acerca de los niños, y de sus necesidades de desarrollo. Palabra Maestra halló un material que se refiere a estos principios, los cuales son:
• Buen trato
• Reconocimiento de la individualidad y la diversidad de los niños y las niñas
• Reconocimiento de los niños y las niñas como sujetos activos
• Reconocimiento de los intereses de los niños y las niñas
• Reflexión y búsqueda de sentido de la experiencia
• Construcción de ambientes pedagógicos favorables para su desarrollo
• Investigación e indagación
• Reconocimiento de la complejidad.
Fuente: Desarrollo infantil y educación inicial. Avances del Proyecto Pedagógico del DABS. Bogotá: Departamento Administrativo de Bienestar Social. 2003. pp. 170-172.

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