lunes, 14 de septiembre de 2009

Historia y evolución del pensamiento científico

Historia y evolución del pensamiento científico -I-
Del cerebro humano procede todo sentimiento, pensamiento, emoción, recuerdo, deseo, lenguaje o capacidad de aprender, de razonar y de investigar. Desde este órgano se gesta la creatividad y la imaginación, él y los órganos sensoriales son el puente entre el mundo físico de los objetos y el mundo de las ideas o representaciones del hombre; que a través del conocimiento de los fenómenos logra entender las leyes que gobiernan en la naturaleza y en la sociedad
Por: Ramón Ruiz, México
Reproduce : Héctor Fabio Villalba

Y es así, que con la ayuda de la ciencia y la tecnología el hombre, puede transformar los recursos que se encuentran en el medio ambiente en beneficio de la humanidad.1

El ser humano debe ser visto y estudiado como una totalidad, como un todo. Ya que el ser humano no es un accidente cósmico, sino una fase culminante de todo el orden natural, con la función peculiar e importante que realizar.

Sólo él puede iluminar a la naturaleza con la luz del entendimiento y dirigir conscientemente su vida y sus actividades dentro de una armonía voluntaria con este orden, pues solamente él, de todos los seres visibles, posee la facultad de comprensión racional, por débil y frágil que sea, de esa armonía cósmica.2

Visión antropológica de Sócrates. Antecedentes históricos
Al analizar los orígenes históricos de una gran diversidad de disciplinas científicas, técnicas, sociales y artísticas, se establece que éstas tuvieron una práctica rudimentaria desde que apareció el hombre sobre la Tierra.

Lo mismo sucede con el origen de la ciencia, puesto que se afirma que los actos del pensar son universales y tan antiguos como el hombre; y que debido a sus limitaciones físicas, los hombres prehistóricos tuvieron la necesidad de agruparse y cooperar entre sí para poder alcanzar, de manera conjunta, determinados objetivos con mayor eficiencia y economía de acción y recursos.

Las actividades del hombre prehistórico tenían como primordial objetivo el satisfacer sus necesidades relacionadas con la supervivencia en un medio de peligros, tensiones, incomodidades, etc. Mientras un hombre se dedicaba a lograr sus fines por sí mismo, realizaba actos de pensamiento intuitivo; cuando actuaba en conjunto, dentro del grupo se daban aspectos rudimentarios de pensamientos intuitivos en conjunto, apoyados en la experiencia de actividades anteriores.

La caza de animales para aprovechar su carne como alimento y la piel como vestido, fue de las actividades principales que durante mucho tiempo realizaron los hombres prehistóricos y que sirve como indicio innegable de una forma de organización primitiva y de la transmisión experiencias en los grupos. Realizar tal actividad en grupo requería un plan de acción para logar el objetivo con mayor facilidad y menores riesgos para la seguridad de los individuos, puesto que cazar animales salvajes era una peligrosa aventura.

En principio el plan de acción consistía en asustar a los animales arrojándoles piedras, emitiendo gritos, etc., para dirigirlos hacia un precipicio o trampas previamente construidas para la consecución del objetivo.

Los métodos fueron evolucionando en la medida en que utilizaban su inteligencia para inventar armas (mazo, lanza, y posteriormente el arco y la flecha), como instrumentos para mejorar las formas de realizar sus actividades de caza, estaban sustentados en la observación y la necesidades de su entorno; pero esto se logró gracias a la experiencia y al razonamiento humano.

Todo lo anterior requería de la cooperación humana, donde podemos identificar un objetivo común de grupo, una división rudimentaria del trabajo, y por deducción lógica, a ciertas personas que ejercían el liderazgo sobre otras.

Orígenes del conocimiento
Desde tiempos remotos, el hombre ya se preocupaba por las cuestiones fundamentales de la realidad que afectaban de modo especial a su existencia: el origen, la naturaleza, la historia y la finalidad de los seres y, entre éstos, del hombre mismo.

Como respuesta que se esforzaba por dar a esos interrogantes no era de orden racional –como lo hará más tarde la filosofía-, sino de naturaleza mágica y mítico-religiosa, construyó un saber anterior a la filosofía al cual los filósofos suelen llamar “saber prefilosófico”.

El saber prefilosófico comprende, entonces, los planteamientos más profundos y universales del hombre, planteamientos que mucho después (propiamente en el siglo VI a.C.) la filosofía retoma y trata de contestar de forma racional y sistemática.

Como se ha señalado, el saber prefilosófico se preocupa, en consecuencia, por conocer y explicar, de forma mágica y mítico-religiosa, el origen, la naturaleza, la historia y la finalidad de los seres.

De forma mágica porque en épocas del saber prefilosófico el hombre se sirve de la magia para conocer, dominar y explicar la realidad parcial o total de los fenómenos que acontecen en la naturaleza.

Con el término magia –del griego Magike Tecne: el arte de la magía-, se designaba originalmente “el arte adivinatorio de los sacerdotes mazdeos” del zoroastrismo, en Persia.

La magia es de origen oriental y se difundió en Occidente durante el periodo grecorromano, perduró de forma más o menos oculta a lo largo de la Edad Media para retornar a la luz con el Renacimiento, época en que se le concibió como parte de la filosofía que “permite al hombre obrar la naturaleza y dominarla”. Y fue así, como de esta manera los magos, tribu meda o casta sacerdotal persa, se dedicaban a la astronomía y a la astrología; por esto, se les tenía “como administradores de las fuerzas sobrenaturales”.

La magia entonces era y ha seguido siendo un modo de conocimiento y dominio de la realidad total.
El mito -del griego mitos: palabra, discurso público, historia-, fiel a su sentido original, significa todo relato referente a un hecho real perteneciente a los orígenes, y repetido en el culto o en la historia del mundo y del hombre. El hecho se hace presente en las palabras del narrador ya que, en otras palabras, “el mito es una historia de los tiempo primitivos, tenida por verdadera, que explica y fundamenta los fenómenos del medio ambiente, de la historia, de la sociedad y de la vida humana”.

Ahora bien, el mito vive y revive su fuerza en la religión politeísta, que en sus ceremonias religiosas trae los acontecimientos pasados al presente en las palabras del que narra, del que canta los acontecimientos pasados como explicación de la realidad presente.

De esta manera, también el mito y la religión son una forma de conocimiento, puesto que nos da a conocer la realidad completa, mundo, hombre, historia y a la misma divinidad, a quien presentan en la historia de ambos, como ocurrió en el caso de México, Mesopotamia, Egipto y Grecia.4

El mito, entonces, conoce en su nivel y explica, a su modo, la realidad que hace constantemente presente en las palabras del narrador.

El Pensamiento y sus Factores ¿Qué significa pensar?
Pensar es una actividad que realizamos de manera natural y espontánea, cada instante, cada día, todos los seres humanos de todo el mundo durante nuestra estancia efímera y pasajera en este planeta tierra.
Quizás algunos se pregunten “¿Qué es pensar?”, o bien, “¿Por qué pensamos?”, nos parece saberlo perfectamente; pero si estamos obligados a responder nos sentimos confundidos, titubeantes, y acabamos por confesar nuestra ignorancia.

Factores del pensamiento
• Sujeto pensante.
•Proceso psíquico del pensar.
•Objeto pensado
•Expresión de lo pensado.5

Los procesos del Pensamiento Humano
El pensamiento se define como la derivación mental de elementos mentales (pensamiento) a partir de las percepciones y como la manipulación y la combinación de estos pensamientos. Al pensamiento en general se le denomina algunas veces cognición. A los procesos del pensamiento se les llama, a veces, procesos cognoscitivos, y a los pensamientos se les llama cogniciones (del latín cogito, que significa “pienso”; de donde proviene también “cogitar”).

El término “pensar” abarca actividades mentales ordenadas y desordenadas, y describe las cogniciones que tienen lugar durante el juicio, la elección, la resolución de problemas, la originalidad, la creatividad, la fantasía y los sueños.

Son los procesos cognoscitivos los que distinguen de manera más evidente al hombre de los animales; el pensamiento superior dota al hombre de ventajas para la supervivencia que tienen paralelo, pues resolver problemas con mucha antelación y salvar abismos (con el pensamiento) mucho antes de llegar a ellos. El filósofo francés Blas Pascal llegó a la conclusión de que la cognición era el don divino del Creador de que la dignidad eterna del hombre se basaba únicamente en su capacidad de pesar. Pascal escribió que: “El hombre no es más que una caña que piensa, la caña de naturaleza más frágil. Muere de un simple regocijo, de una simple gota de agua. Pero aunque el universo conspirara para aplastarlo, el hombre seguiría siendo más noble que lo que lo hace caer, pues sabe que muere y el universo no sabe nada de la victoria que obtiene sobre el hombre”.

Los psicólogos se interesan en el pensamiento por varias razones:
•Las reglas del pensamiento “sin errores”, permite comprender las perturbaciones motivacionales y emocionales de la cognición.
•Los experimentos acerca del pensamiento buscan técnicas para la resolución de problemas y, muchas veces, descubren mejores métodos.
•La lógica esclarece el método científico.
•Las investigaciones continuas acerca del pensamiento estudian, ese proceso cognoscitivo que reconoce tan poco y que fundamenta cada progreso importante de las artes y las ciencias. La investigación trata de descubrir el talento creativo latente.
•El pensamiento va acompañado por fenómenos neurofisiológicos que revelan propiedades preeminentes del sistema nervioso.
•El pensamiento humano se compara con el “pensamiento” animal, lo cual permite sacar conclusiones insospechadas acerca del desarrollo y la evolución del hombre y los animales.
•Las computadoras han simulado al pensamiento. La investigación del pensamiento permite hacer diseños finos de computadoras.
•El pensamiento es fundamental para la inteligencia, y la investigación del pensamiento favorece el mejoramiento de los test de inteligencia.
•El pensamiento y, en especial, la fantasía son el fundamento de los test proyectivos que evalúan la personalidad.
•La desviación cognoscitiva distingue a las personalidades patológicas de las normales.

Es este material denominado historia y evolución del pensamiento científico se estudia las ideas y los conceptos, la asociación de los elementos del pensamiento, la lógica inductiva y deductiva, el pensamiento productivo (el juicio, la comparación y la resolución de problemas), el pensamiento novedoso (la originalidad y la creatividad), el pensamiento quimérico (la fantasía y los sueños), la actividad neuromuscular y la cortical que acompañan al pensamiento, el desarrollo de los procesos del pensamiento en el individuo, y la cognición aparente de los animales y las máquinas.

Elementos y funcionamiento del pensamiento
A continuación se estudiarán las ideas simples, como unidades de pensamiento. James Mill escribió que las percepciones que tenemos por medio de los sentidos, existen solamente por la presencia del objeto, y desaparecen cuando no está presente. Se sabe que forma de nuestra constitución el hecho de que, cuando nuestras percepciones desaparecen, por la ausencia de sus objetos, hay algo que permanece… Designamos a esta huella, a esta copia de la sensación, que permanece después de que desaparece la percepción (sensopercepción), con el nombre de idea (representación mental que genera el cerebro humano, en el individuo). La palabra “Idea o representación” no expresa nada más que el hecho simple, que es indiscutible…

Así, tenemos dos clases de fenómenos mentales: uno, el que existe cuando el objeto del sentido está presente; otro, el que existe después de que el objeto del sentido ha dejado de estar presente. La primera clase de fenómenos la llamó “Percepciones”; la otra “Idea o representación mental”.

En el siglo XIX se presentaron al escrutinio percepciones anteriores. Las ideas pueden designar a las percepciones de cualquier sentido; incluso las visuales (piensen en la nieve blanca con los ojos cerrados), las auditivas (piensen en el trueno estrepitoso mientras tienen puestos unos tapones en los oídos) y las gustativas (piensen en el arenque salado con la boca vacía). Por esta producción mental de ideas, hace tiempo que el lenguaje ha asimilado la palabra ideación y su adjetivo ideativo, que propuso James Mill.

1 Ruiz Ramón. Ingeniero Civil y Doctorante en Educación, Mexico 2006.
2 Pág. 138. Rodríguez P. Patiño. Curso de Filosofía. Ed. Addison Wesley Longman, Mexico 1998.
3 Pág. 23. Jorge Barajas Medina. Curso introductorio a la Administración. Edit. Trillas. Mexico 2000.
4 Pág. 13-15. Rodríguez P., Patiño. Curso de Filosofía. Ed. Addison Wesley Longman, Mexico 1998.
5 Pág. 12. Troncoso de Bravo Ernestina. Metodología de la Ciencia I. Edit. Publicaciones cultural, S.A. de c.v., Mexico 1989

viernes, 11 de septiembre de 2009

PARA EJERCER EL OFICIO DE MAESTRO

PARA EJERCER EL OFICIO DE MAESTRO
REPRODUCE : HÉCTOR FABIO VILLALBA
Carlos Augusto Hernández (*)
La tarea del maestro es una tarea central de la sociedad que hace posible la apropiación por parte de las nuevas generaciones de una herencia simbólica acumulada por la humanidad. La sociedad (como ya lo sabía Aristóteles) se fundamenta en la comunidad de ciertas ideas -de verdad, de bien y de justicia-. Compartir esas ideas da consistencia a la sociedad. La educación construye la comunidad alrededor de esas ideas. Sin educación no hay sociedad.
Más allá de estas generalidades, la definición del quehacer del educador es, en sí misma, otra tarea que debe partir de un diálogo abierto y permanente entre los mismos maestros y entre ellos y su entorno social. La escuela de hoy tiene que abrirse más a sus contextos, que inevitablemente entran a ella, y ello exige replantearse el oficio del maestro tanto en el salón de clases como en la comunidad.
La escuela es un espacio donde se construye conocimiento todo el tiempo y se aprende siempre. Aprender es armarse para la vida, pero también abrir espacios para la imaginación; prepararse para vivir y trabajar e imaginar futuros posibles. Formar, como se sabe, es actualizar en cierto modo las potencialidades del ser humano.
El maestro debe preguntarse entonces sobre el sentido de lo que hace y debe discutirlo; debe seleccionar y jerarquizar lo que es importante del legado simbólico que recoge y que entrega, y aclarar, a sí mismo y a los estudiantes, el porqué de su relevancia.
La tarea del maestro es distinta en los diferentes contextos sociales y geográficos de un país tan diverso y con tantas contradicciones como el nuestro. No es lo mismo trabajar en el centro que hacerlo en la periferia de las ciudades; no es lo mismo trabajar en contextos sociales relativamente estables que en lugares en donde se viven las tensiones propias de la violencia; no es lo mismo trabajar con alumnos que cuentan con todos los recursos que hacerlo en condiciones de enorme pobreza.
Aprender a ver y a oír
Desde la época del trivium y el cuadrivium la escuela se ha centrado en el lenguaje. Lo primero que el maestro enseña es un lenguaje que permite apropiar la herencia simbólica, mediante la cual las personas pueden construir su identidad y su autonomía, expresarse y comunicarse con otros, elegir e imaginar futuros. Somos seres que habitamos en el lenguaje y que garantizamos nuestra continuidad través de él. Por otra parte, este acumulado simbólico, que permite enfrentar y resolver problemas de la vida, cambia a las personas y tiende un puente entre el pasado y el presente, entre nosotros y otros, reconociéndonos como sujetos históricos y colectivos. Es decir, gracias al lenguaje llegamos a ser conscientes de nuestra trascendencia.
Entonces, ¿qué de ese acervo recogido a lo largo de la historia de la humanidad es legítimo aprender? Es una inquietud que el maestro debe empeñarse en responder. Hoy pareciera que es fundamental adquirir un conocimiento sobre el propio cuerpo y lo que él hace posible, y sobre el medio ambiente; no sólo por sus efectos sobre la salud y la calidad de vida, sino porque las investigaciones en biología y ecología nos han demostrado que estamos destruyendo nuestras posibilidades de supervivencia como especie. La escuela podría ayudarnos a cuidar de nosotros mismos y del medio ambiente. También es fundamental aprender a preocuparnos por los otros; a cuidar de los otros y del entorno social: deberíamos saber cómo viven, se vinculan y trabajan las personas, no sólo las cercanas, también las más lejanas que quizás no veremos nunca. En la escuela es posible aprender la idea de comunidad humana, reconociendo la identidad y la diversidad existente en las culturas y las organizaciones sociales.
La escuela básica, más que pensar en saberes disciplinarios, debe reconocer los problemas reales de la vida y cómo apropiar los lenguajes para abordarlos de manera enriquecedora y legítima. El maestro comprometido busca que lo que enseña tenga un sentido y da las herramientas a los estudiantes para que puedan ver lo dado y lo posible, para conocer, imaginar y transformar.
En síntesis, la tarea del maestro es contribuir a que las personas aprendan a vivir en su mundo, entre los demás. Para eso se necesita ser capaz de leer, no solamente los textos, sino los fenómenos de la naturaleza, los intereses y las expresiones de los otros. Asimismo, se trata de interpretar esa lectura, tomar distancia de ella y pensar en los condicionantes que nos hacen pensar como pensamos. Hay tres elementos esenciales que la escuela debe desarrollar y que el maestro enseña y tiene que aprender: el ver y el oír para conocer y compartir.

La importancia del tacto
Aprender es construir significados, y sabemos por la pedagogía que un componente central para este fin es el diálogo, que es posible gracias a la disposición del maestro y a la apertura del discípulo. Comprender es estar abierto a los otros, como nos enseñaba Hanna Arendt.
El diálogo, el paradigma más aceptado de la pedagogía contemporánea, le ha puesto al maestro la tarea de estar abierto, lo cual significa estar aprendiendo al mismo tiempo, reconocer los talentos y crear espacios para desarrollarlos. Por eso es necesario que reflexione sobre su quehacer, de manera individual y colectiva, sobre qué es legítimo enseñar y sobre los condicionamientos de esa legitimidad. Asimismo tiene que saber trabajar en equipo, una forma de tomar conciencia de que también se aprende de los compañeros.
Pero hay algo básico en ese cómo enseñar y es lo que Helmhölz llamaba tacto, que puede asimilarse a sabiduría y prudencia. En un país como el nuestro, en donde se requiere intensificar las relaciones entre escuela y comunidad, y en donde esas relaciones pueden ser tan diversas, es recomendable que el maestro tenga tanto la capacidad de la apertura como la de la prudencia. Tacto también quiere decir el estar a la altura de la tarea y cuidar de sí mismo y de los demás.
Giordano Bruno decía que hay un placer que es superior a todos los demás: el placer de conocer. El deseo de conocer es un deseo que cuando se satisface produce aún más deseo, hasta el punto de que la emoción de conocer se convierte en el placer más grande que pueda imaginarse y en el que se abren siempre horizontes infinitos. Por eso es importante desarrollar un espíritu de indagación que nos mantenga receptivos al goce de la pregunta, una exigencia que de alguna manera tiene que construirse en una forma real de relación con el trabajo. En síntesis, el cómo fundamental es que el maestro aprenda todo el tiempo; que reconozca que tiene mucho que enseñar y mucho que aprender.
Nuestros interlocutores
La psicología del desarrollo, la sociología y la antropología ofrecen muchas pistas sobre a quién se le habla. Bernstein muestra cómo la escuela, al utilizar un "código lingüístico elaborado" con respecto al "código restringido" que se maneja en la vida cotidiana, se convierte en un filtro social. En el lenguaje de la vida cotidiana cuentan el gesto y la ocasión y no se necesitan palabras para sustituirlos, mientras que el código elaborado implica una relación con lo escrito a la cual no han accedido todos los alumnos.
Bernstein ha comprobado que los sectores sociales más desposeídos manejan un código más distante del que se emplea en la escuela y que, por lo tanto, suponer que todos los estudiantes están en igualdad de condiciones frente al discurso del maestro es una gran equivocación. El maestro trata de ser justo y calificar a todo el mundo con la misma medida, pero cumple, sin darse cuenta, la tarea de discriminar algunos sectores. El o ella tiene que partir de estas enormes diferencias y establecer un diálogo casi individual con los estudiantes, sin desconocer los aportes del trabajo grupal que contrarresta hasta cierto punto la fuerza discriminatoria de los lenguajes.
Cuando los maestros procuran reconocer las capacidades, los talentos e intereses de sus estudiantes, la imagen de la clase no puede ser otra que la de unas simultáneas de ajedrez. Es indispensable admitir que nunca habrá suficientes maestros y que es necesario ampliar su número, sobre todo si se piensa que ahora el maestro no dialoga sólo con los estudiantes sino también con la comunidad.
La escuela es, entonces, un lugar en donde aparece, se piensa y se convoca la comunidad. Y eso amplía el universo de los interlocutores con quienes el maestro repiensa el sentido de su tarea. Además, la escuela busca formar ciudadanos que van creciendo como individuos autónomos, capaces de ser productivos y de participar en decisiones sociales, individuos conscientes de su naturaleza social y capaces, por tanto, de dialogar. Asumir la pregunta de a quién se le enseña supone una extraordinaria sensibilidad por parte del maestro y una disposición y apertura que sólo se comprenden en la medida como se concibe el oficio de educador como una vocación que compromete la vida.
De los propósitos
Se enseña para hacer posible la apropiación y el disfrute de la riqueza cultural, a fin de que los que aprenden puedan satisfacer sus necesidades materiales y simbólicas y puedan desarrollar su sensibilidad y emplearla para el goce de las creaciones humanas y para vivir y construir sociedad. En Colombia formamos para un Estado Social de Derecho. Tenemos que enseñar para la participación, para la solidaridad y para la construcción de una autonomía que sean coherentes con un ideal de justicia social.
El para qué enseñar es una pregunta difícil, que no puede responderse antes de una ineludible discusión entre maestros y sociedad en torno a los derroteros comunes que persigue la educación. Demanda comprensión de la enorme importancia que tiene la tarea del maestro, diálogo y disposición para construir colectivamente, pensamiento y reflexión sobre el tipo de sociedad que tenemos y que queremos. El del maestro es un quehacer que implica dedicación, disposición hacia el aprendizaje y la investigación permanentes, disciplina y autocrítica para aprender y ampliar el horizonte de lo que uno es capaz de ver.

El maestro comprometido con su oficio da lo mejor de sí para formar personas con criterio, capaces de comprometerse. Sólo quien está comprometido con la pregunta puede formar personas capaces de comprometerse con la pregunta, sólo quien está comprometido con la búsqueda de la verdad puede formar personas que se interesen por buscarla.
(*) Carlos Augusto Hernández es docente de la Universidad Nacional de Colombia. Estudió Física y Filosofía. Ha investigado sobre educación durante muchos años, desde colectivos como el Grupo Federici, que en la década del ochenta se planteó interrogantes sobre el sentido de educar y la tarea del maestro, y en el proyecto Cucli, Cucli, que diseñó materiales educativos para Básica y Media.Ocupó la Vicerrectoría Académica de la Universidad Nacional, fue miembro del Consejo Nacional de Acreditación, pertenece a una colegiatura de la Universidad Nacional y el Icfes y es miembro del Consejo de Estudios Científicos en Educación de Colciencias. Desarrolló recientemente una investigación sobre el uso del video argumental en la enseñanza de las ciencias, que produjo cinco videos y un libro sobre la vida y la obra de GalileoGalilei. En la actualidad socializa dicho material con 50 maestros escogidos por la Secretaría de Educación del Distrito.